miércoles, 23 de septiembre de 2009

Despertar


Que bello despertar en la Habana, con el aroma del tabaco y el café recién molido.
Que bello recorrer el malecón de tu mano, sentir como salpican las olas en nuestros rostros.
Fue una tarde en la plaza principal de Santiago de Cuba que te vi, tan alto, tan niño… me encantó que tuvieras el mate en una mano y el termo en la otra.
Nos conocimos sin querer, o tal vez queriendo mucho!
Era primero de año, todo era festejo, pero no tanto como tu sonrisa.
La luna nos acompañó toda la noche en nuestra larga charla, reímos, comimos y tomamos sin dejar de mirarnos.
Cada esquina era una fiesta, con música improvisada y mucho Ron.
Mientras bailaba tu mirada seguía mis caderas deseándolas cada vez más.
En el baño de un bar me tomaste. Lentamente me sacaste por debajo de la pollera mi ropa interior, me levantaste y ahí apoyada en la pared me diste placer sin reparo de lo que pasaba a nuestro al rededor. La gente iba y venia, escuchaba las voces a lo lejos… yo solo podía sentirte a vos, a vos tan dentro de mi, tan claro como el mar y suave como la arena.
Nuestros cuerpos estaban terriblemente mojados, salimos rápido y fuimos corriendo a la playa para calmar tanto calor… ¿cómo olvidar tu rostro iluminado por la luna y con el resplandor del agua, cómo no recordar tanto placer al nadar tu cuerpo en el mío? Cómo no enamorarme de la Habana al recorrerla contigo… las tardes en la playa leyéndome Galeano, las noches tomando mojitos escuchando los músicos cantar a la libertad. Cómo no querer volver a la noche en la casita rentada donde no pudimos comer ya que usamos la mesa para amarnos.
Como recorriste mi cara con tus caricias bajando por mi cuello, perdiéndote en mis pechos con tu boca, como te fundiste en mi ombligo mientras recorrías con la yema de tus dedos mis muslos hasta llegar a mis pies descalzos y besarlos con tanta dulzura…
¿Cómo no dejar grabado en mi cuerpo el temblor cada vez que irrumpías en mi como las olas en la playa?
Sentado en el sillón, con tus ojos vendados me dejaste ser y descubrirte, hacerte mío, ser la dueña de tu placer, fuiste el prisionero del vaivén de mis caderas…Luego caímos rendidos en la cama y dormimos solo vestidos con nuestra piel, sintiendo la brisa del mar… Al despertar solo estaba tu lugar de la cama vació y una nota donde decía “Te llevo conmigo”

Tu volviste a tu país y yo al mío.
Pero recuerda que siempre me llevaras bajo tu piel sonriente, desnuda en la playa …

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