martes, 8 de septiembre de 2009

Subte...


Hay situaciones que se dan en los lugares menos pensados; minutos que duran una eternidad.

Buenos Aires; verano, calor infernal; subte.
Logro sentarme ya casi sin poder respirar, tengo que hacer toda la línea completa de subte A, y no se como lo voy a lograr.
Levanto la mirada y lo veo, es tan bello, fresco casi apetecible, como si fuera un cubito para pasar por mis labios. Nota mi presencia y me mira fijo, yo me derrito y bajo la mirada.
Estaba prestando atención a la ventana que me muestra el por qué de mi sentimiento de sofocación cuando siento una mano en mi rodilla y una voz fuerte -sabes cuando falta para la parada de Acoite?
Me doy vuelta, y si, es el; le respondo y noto que no deja de mirar mi boca y mientras lo hace se muerde muy sensualmente su labio inferior; Tengo que admitir que el auto control no es mi fuerte; lo tomo por el cuello y lo acerco hasta poder mezclar su aliento con el mió. Su boca es fresca y dulce, hubiera sido casi un pecado no probarla, tuve que hacerlo.
Nos besamos varias paradas, rozamos desenfrenadamente nuestros cuerpos. El subte se para, él me toma de la mano y me guía, yo lo sigo.
Salimos, nos besamos nuevamente, yo tomo su mano y lo guío.
Si perder tiempo divisamos el primer hotel, nos miramos y con un mínimo movimiento de aceptación seguimos y entramos.
Pide una habitación, paga, y matándonos contra la pared del pasillo logramos llegar al numero 69, si… justo ese número.
Abrimos la puerta y me tira en la cama, me arranca la camisa y escucho como, uno a uno, los botones caen al piso.Respondo con la misma táctica.
Por Dios! No puede ser tan bello ese torso desnudo, marcado y transpirado.
Sin dejar de tocarnos nos sacamos todo, ya no queda nada a la imaginación, estamos solo nosotros desnudos en la cama.
Mientras nos matamos poco a poco, me dice algo al oído -Tu piel tiene un aroma muy especial, como canela y miel.
Me acaricia, me muerde, me ama sin saber quien soy, ni si tengo pasado o algún futuro, solo son nuestros cuerpos lo que se relacionan, cada uno de nuestros sentidos.
Lo dejo ser y hacer, hasta que ya no le quede nada, hasta que su boca, sus manos y su ser… me hagan ser totalmente suya.
Después me toca a mi, recorro todo tu torso con mis manos, sin perder ningún detalle, sus pecas, sus cicatrices tal vez de la niñez, el apéndice que ya no está, la marca de la maya… se ve que le gusta tomar sol, sus brazos forjados por horas de gimnasio o tal vez natación por la espalda.
Mi lengua se encarga de descifrar cuan suave es su piel y su sabor.
Como se excita cuando recorro su oreja, su cuello su sexo!
Mi boca lo excita hasta que se que solo queda subirme y hacerlo mío, a mi ritmo y bajo mi control.
Su ojos bellamente almendrados me miran como pidiendo más, de hecho hasta me lo grita, y yo siempre doy lo que me piden.
Y así sigo hasta tenerlo tan adentro, que cuando arqueo mi espalda siento que me podría dividir en dos. Así estallamos en el placer infinito del clímax, terminando en un unisón.
Nos duchamos como cualquier pareja después del amor, con caricias y atenciones tan pequeñas como el pasarnos en jabón por la espalda.
Me mira atentamente mientras vuelvo a ponerme la ropa y cuando levanto la mirada para verlo… siento de nuevo su voz –Señorita, ésta es la última parada, tomo mi bolso y me bajo.

Miro a mi alrededor y ya no estas… pero no puedo dejar de sentir en el aire un hermoso olor a canela y miel, que tal vez viene de bajo mi piel… tal vez bajo la tuya.

4 comentarios:

Guillermina dijo...

Estoy donde menos te lo esperes... como por ej: El subte!

Jaja.


Muy bueno hermanita, como siempre.
Beso.

Anónimo dijo...

Me encanto.. me hiciste sentir como si fuera yo la que vivi esa historia..

Gustavo Navarro Horñiacek dijo...

JOJOJOJOJ, qué bizarroooo, esto pasó de verdad-verdad???

Rembha dijo...

que es la verdad amigo?, a veces una ilusion o un sueño son mas verdad que la realidad ........

besos